Tras varias semanas de vaivenes, movimientos corporativos y reuniones, Twitter anunció el lunes 25 de Abril de 2022 un acuerdo con el consejero delegado de Tesla, el hombre más rico del mundo, en el que Elon Musk ha comprado Twitter por 44000 millones de dólares (unos 41000 millones de euros), después de que éste adquiriera una participación del 9,2% de la empresa. Ahora, tras la venta, la compañía ha dejado de cotizar en Bolsa.
Twitter no es la red social con más usuarios, pero puede que sí sea la más influyente a la hora de orientar las conversaciones globales. En sus 16 años de existencia, se ha convertido en un foro privilegiado, y a menudo conflictivo, con debates sobre temas políticos y sociales, así como en uno de los frentes más cruentos de la guerra en torno a los límites de la libertad de expresión. El nuevo dueño de Twitter tiene ideas propias acerca de cómo debe gestionarse esa libertad:
“La libertad de expresión es el cimiento de la democracia y Twitter es la plaza digital donde se debaten temas vitales para el futuro de la humanidad”, ha dicho Musk poco después de la venta en un comunicado. “[La empresa] tiene un enorme potencial. Tengo muchas ganas de trabajar con la firma y con la comunidad de sus usuarios para sacarle todo el partido”. El ahora nuevo propietario también promete incorporar “nuevas prestaciones, compartir los algoritmos en código abierto [de modo que cualquier pueda consultar el funcionamiento de sus decisiones], derrotar a los bots [dedicados a la difusión] de spam, y certificar que todos los usuarios son humanos”.
«Espero que incluso mis mayores detractores se queden en Twitter, porque eso es lo que significa la libertad de expresión», tuiteó Musk el mismo lunes.
Las negociaciones en las que finalmente Elon Musk ha comprado Twitter se desarrollaron a contrarreloj el fin de semana previo. No obstante, todo comenzó el 14 de Abril cuando Musk anunció que quería comprar la empresa para hacer de ésta un lugar más acorde a sus ideales y se convirtió en el principal accionista de la empresa, después de rechazar la invitación de formar parte del consejo de ésta.
Entonces, el consejo de administración de la red social reaccionó con el anuncio de que pondría en marcha una maniobra corporativa para dificultar que Musk se hiciese con el control de la plataforma tecnológica. La cláusula, conocida en el mundo económico como “poison pill” (“píldora venenosa”), se presentó con una vigencia hasta el 14 de abril de 2023, lo que permitía ganar tiempo a la dirección actual.
Sin embargo, la negociación cambió de rumbo cuando el jefe de Tesla reveló que disponía de 46.500 millones para hacer efectiva la compra. Twitter se lo pensó mejor y abrió la puerta a hablar. El tira y afloja ha acabado finalmente con la aceptación de los términos de Musk. El empresario pagará para hacerse con la red social 54,20 dólares por acción.
Y ahora que Elon Musk ha comprado Twitter, ha surgido un enorme debate en la red social: por un lado, hay gente que cree que Musk llevará a la compañía a nuevas metas, por otro, hay quien piensa que la única alternativa es huir para siempre de Twitter, y hay pocos que no se pronuncian.
Como hemos indicado, Musk está decidido a emprender no pocos cambios en la plataforma de la que es usuario habitual, con la libertad de expresión como bandera y propuestas propias como la de habilitar la edición de los tuits ya publicados.
Para que haya menos dudas y más transparencia, el algoritmo de Twitter debe estar colgado en GitHub, la plataforma de código abierto, y otros programadores deben poder hacer comentarios y sugerencias, “como ocurre con Linux y Signal”, recomendó Musk. También los usuarios deben ser perfectamente conscientes de por qué se toman decisiones: cualquier acción de por qué se promueve o no un tuit “debe ser evidente, de modo que no haya manipulación tras bambalinas, ya sea algorítmica o manual”, explicó el nuevo propietario de Twitter.
Musk, que cuenta con 83 millones de seguidores en esta red, ha explicado que su asalto a Twitter está motivado principalmente por la revisión de sus políticas de moderación de contenidos y por las dudas sobre la libertad de expresión en la plataforma. Así, con él al mando, Twitter acabará con los bots que provocan spam en la red social y se autentificarán todas las cuentas que pertenezcan a personas.
“Invertí en Twitter porque creo en el potencial de ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia funcional. Sin embargo, desde que hice mi inversión me he dado cuenta de que la empresa no prosperará ni servirá para este imperativo social en su forma actual. Twitter necesita transformarse en una empresa no cotizada”, afirmó.
Fuentes: El País y elDiario.es